The final cut - Pink Floyd

Miro a través de estos lentes para pez, con los ojos sucios de lágrimas. Apenas distingo la silueta de este momento. No se trata de un brillante cielo azul, estoy lejos de volar, doy vueltas en espiral dejándome caer a mi pozo-escondite. Atravieso todo el campo minado y despisto a los perros y engaño a las frías cámaras de seguridad y me mantengo a salvo del arma con la que me apuntan y marco la combinación y... sí, se abre la sagrada puerta. Y si quedo adentro, te voy a contar qué hay detrás de la pared. Hay un chico que no deja de imaginarse haciéndole el amor a las chicas de las revistas. Se pregunta si hoy dormís con la última certeza que te encontraste. ¿Hay alguien capaz de quererlo? ¿O es una estúpida fantasía? Y si te muestro mi lado oscuro, ¿aun así te quedarías conmigo esta noche? Y si te abro mi corazón y te enseño mis puntos débiles, ¿qué harías? ¿Venderías la historia a la Rolling Stone? ¿Te llevarías a los chicos, dejándome solo, para después llamar por teléfono y asegurarte de que hiciste lo correcto? ¿Me echarías? ¿O me llevarías a casa? Aunque mis sentimientos deberían haber quedado descubiertos y al desnudo, aunque debería haber arrancado el telón... No sé, no me acuerdo bien. Sé que estaba sosteniendo una navaja y me temblaban las manos. Y me decidí, pero justo sonó el teléfono. Nunca tuve las pelotas para hacer el corte final.