Una casa blanca con un capricho:
una torre pegada
en el costado
un santo pintado a mano
tiernamente
se asoma
detrás de la pared
que rodea la casa blanca
su mirada dulce
se interrumpe
por una línea de vidrios rotos
cementados
al tope del muro
el santo reta
tiernamente
al intruso
o al gato perdido
a irrumpir
y recibir
su tierna bendición
en tiernas
laceradas
manos.
